miércoles, julio 25, 2007

Outra vaca no milho...

Vaca

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martes, julio 17, 2007

Recaída en el consumismo fetichista...

Wayfarer


Y es que soy medio tontorrón.

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viernes, junio 29, 2007

Autorretrato nº 2




Así soy yo cuando me desplazo a Springfield. (Creado con una aplicación de la página web oficial de la película de los Simpsons).


¡Salud!

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domingo, junio 03, 2007

Por deformación profesional

Estuve en Toledo...

...y vi todo ésto.

Toledo y el Tajo

Catedral de Toledo

Coro de la catedral de Toledo

Transparente de la catedral de Toledo

Tejados

Recuerdos de Toledo

Ceramica


¡Salud!

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lunes, mayo 28, 2007

100 novelas contemporáneas en lengua española

1.- El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez, Colombia, 1985.
2.- La fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa, Perú, 2000.
3.- Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño, Chile, 1998.
4.- 2666, de Roberto Bolaño, Chile, 2004.
5.- Noticias del imperio, de Fernando del Paso, México, 1987.
6.- Corazón tan blanco, de Javier Marías, España, 1992.
7.- Bartleby y Compañía, de Enrique Vila-Matas, España, 2000.
8.- Santa Evita, de Tomás Eloy Martínez, Argentina, 1995.
9.- Mañana en la batalla piensa en mí, de Javier Marías, España, 1994.
10.- El desbarrancadero, de Fernando Vallejo, Colombia, 2001.
11.- La virgen de los sicarios, de Fernando Vallejo, Colombia, 1994.
12.- El entenado, de Juan José Saer, Argentina, 1983.
13.- Soldados de Salamina, de Javier Cercas, España, 2001.
14.- Estrella distante, de Roberto Bolaño, Chile, 1996.
15.- Paisaje después de la batalla, de Juan Goytisolo, España, 1982.
16.- La ciudad de los prodigios, de Eduardo Mendoza, España, 1986.
17.- El jinete polaco, de Antonio Muñoz Molina, España, 1991.
18.- El testigo, de Juan Villoro, México, 2004.
19.- Salón de belleza, de Mario Bellatin, México, 2000.
20.- Cuando ya no importe, de Juan Carlos Onetti, Uruguay, 1993.
21.- La tejedora de coronas, de Germán Espinosa, Colombia, 1982.
22.- El paraíso en la otra esquina, de Mario Vargas Llosa, Perú, 2003.
23.- Cae la noche tropical, de Manuel Puig, Argentina, 1988.
24.- Doctor Pasavento, de Enrique Vila-Matas, España, 2006.
25.- Herrumbrosas lanzas, de Juan Benet, España, 1983.
26.- Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero, de Álvaro Mutis, Colombia, 1993.
27.- El invierno en Lisboa, de Antonio Muñoz Molina, España, 1987.
28.- Verdes valles, colinas rojas, de Ramiro Pinilla, España, 2005.
29.- Mal de amores, de Ángeles Mastretta, México, 1996.
30.- Donde las mujeres, de Álvaro Pombo, España, 1996.
31.- El pasado, de Alan Pauls, Argentina, 2003.
32.- El rastro, de Jorge Gómez Jiménez, Venezuela, 1993.
33.- Santo oficio de la memoria, de Mempo Giardinelli, Argentina, 1991.
34.- Los años con Laura Díaz, de Carlos Fuentes, México, 1999.
35.- Plenilunio, de Antonio Muñoz Molina, España, 1997.
36.- Todas las almas, de Javier Marías, España, 1989.
37.- Cartas cruzadas, de Darío Jaramillo, Colombia, 1995.
38.- La casa del padre, de Justo Navarro, España, 1994.
39.- La visita en el tiempo, de Arturo Uslar Pietri, Venezuela, 1990.
40.- La historia de Horacio, de Tomás González, Colombia, 2000.
41.- La grande, de Juan José Saer, Argentina, 2005.
42.- El arte de la fuga, de Sergio Pitol, México, 1996.
43.- La velocidad de la luz, de Javier Cercas, España, 2005.
44.- Olvidado rey Gudú, de Ana María Matute, España, 1997.

45.- La gesta del marrano, de Marco Aguinis, Argentina, 1991.
46.- Un viejo que leía novelas de amor, de Luis Sepúlveda, Chile, 1989.
47.- Plata quemada, de Ricardo Piglia, Argentina, 1997.
48.- El vuelo de la reina, de Tomás Eloy Martínez, Argentina, 2002.
49.- Diablo guardián, de Xavier Velasco, México, 2003.
50.- Igur Neblí, de Miquel de Palol, España, 1994.
51.- La nieve del almirante, de Álvaro Mutis, Colombia, 1986.
52.- Vigilia del almirante, de Augusto Roa Bastos, Paraguay, 1992.
53.- Un campeón desparejo, de Adolfo Bioy Casares, Argentina, 1993.
54.- Los pichiciegos, de Rodolfo Fogwill, Argentina, 1993.
55.- La burla del tiempo, de Mauricio Electorat, Chile, 2004.
56.- Una novela china, de César Aira, Argentina, 1987.

57.- El inútil de la familia, de Jorge Edwards, Chile, 2004.
58.- Lumperica, de Diamela Eltit, Chile, 1983.
59.- La otra mano de Lepanto, de Carmen Boullosa, México, 2005.
60.- En estado de memoria, de Tununa Mercado, Argentina, 1990.
61.- Veinte años y un día, de Jorge Semprún, España, 2003.
62.- Ladrón de lunas, de Isaac Montero, España, 1999.
63.- La cuadratura del círculo, de Álvaro Pombo, España, 1999.
64.- No me esperen en abril, de Alfredo Bryce Echenique, Perú, 1995.
65.- Luna Caliente, de Mempo Giardinelli, Argentina, 1983.

66.- Una sombra ya pronto serás, de Osvaldo Soriano, Argentina, 1990.
67.- El cuarto mundo, de Diamela Eltit, Chile, 1988.
68.- La silla del Águila, de Carlos Fuentes, México, 2003.
69.- Temblor, de Rosa Montero, España, 1990.
70.- Historia del silencio, de Pedro Zarraluki, España, 1995.
71.- Los fantasmas, de César Aira, Argentina, 1990.
72.- Angosta, de Héctor Abad Faciolince, Colombia, 2003.
73.- La muerte como efecto secundario, de Ana María Shua, Argentina, 1997.
74.- La orilla oscura, de José María Merino, España, 1985.
75.- La vida exagerada de Martín Romaña, de Alfredo Bryce Echenique, Perú, 1981.
76.- Sin remedio, de Antonio Caballero, Colombia, 1984.
77.- El tiempo de las mujeres, de Ignacio Martínez de Pisón, España, 2003.
78.- Al morir Don Quijote, de Andrés Trapiello, España, 2005.
79.- Glosa, de Juan José Saer, Argentina, 1986.
80.- Crónica de un iniciado, de Abelardo Castillo, Argentina, 1991.
81.- El traductor, de Salvador Benesdra, Argentina, 2002.
82.- Cumpleaños, de César Aira, Argentina, 2001.
83.- La sexta lámpara, de Pablo de Santis, Argentina, 2005.
84.- El embrujo de Shangai, de Juan Marsé, España, 1993.
85.- El maestro de esgrima, de Arturo Pérez Reverte, España, 1988.
86.- Carreteras secundarias, de Ignacio Martínez de Pisón, España, 1996.
87.- Rosario Tijeras, de Jorge Franco, Colombia, 1999.
88.- La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón, España, 2001.
89.- Camino a la perdición, de Luis Mateo Díez, España, 1995.
90.- A sus plantas rendido un león, de Osvaldo Soriano, Argentina, 1988.
91.- Memorias de mis putas tristes, de Gabriel García Márquez, Colombia, 2005.
92.- Autómata, de Adolfo García Ortega, España, 2006.
93.- Del amor y otros demonios, de Gabriel García Márquez, Colombia, 1994.
94.- Ella cantaba boleros, de Guillermo Cabrera Infante, Cuba, 1996.
95.- La novela luminosa, de Mario Levrero, Uruguay, 2005.
96.- La guerra de Galio, de Héctor Aguilar Camín, Chile, 1994.
97.- Arráncame la vida, de Ángeles Mastreta, México, 1998.
98.- Arturo, la estrella más brillante, de Reinaldo Arenas, Cuba, 1984.
99.- La orilla africana, de Rodrigo Rey Rosa, Guatemala, 1999.
100.-Los vigilantes, de Diamela Eltit, Chile, 1994.


Esta lista contiene las que, de acuerdo con 81 “especialistas”, son las mejores novelas en castellano publicadas desde 1982. Fueron elegidas este año por iniciativa de la revista colombiana Semana, que dirigió una encuesta a escritores, editores, críticos literarios para que votaran las mejores novelas en español editadas desde que existe esta publicación. Al mismo tiempo, la iniciativa se unía a los festejos por el cuadragésimo aniversario de la aparición de Cien años de soledad y la celebración en Medellín y Cartagena de Indias del XIII Congreso de las academias de la lengua y el IV Congreso internacional de la lengua española.

Estas listas son siempre polémicas: que si alguno de los que está no debería estar, que si alguno de los ausentes debería estar, que si el orden no es el adecuado, que si parece que se impuso el criterio de lo políticamente correcto… Quizás por ello, Semana se cura en salud cuando dice explícitamente que [la lista] no pretende ser la selección definitiva, sino apenas un homenaje que se les rinde a todos los escritores en lengua castellana”. Sea como fuere, el lector medio puede usar la relación para comparar con sus propios gustos e incluso para ponerse al día, salvando los vacíos que impone el desconocimiento de autores y obras de países lejanos. Sólo por esta última razón ya resulta recomendable.

A nivel personal, diremos sólo que nos satisface la falta de ciertos nombres, encumbrados por cierta prensa por razones ajenas a criterios estrictamente centrados en el valor literario (amiguismo, grandes superventas) y receptores de grandes premios de relumbrón (Antonio Gala, Fernando Sanchez Dragó, Juan Antonio de Prada... por no hablar de las tentativas firmadas por César Vidal cuando dispone de unos minutos para escribir otras cosas que no sean libelos o burdas manipulaciones de hechos históricos, con los que sale a razón de unos 27 libros por año).

También destacamos el hecho de que los nombres de los paises que aparecen tras los nombres de los escritores remiten a los lugares de nacimiento de cada escritor, y no siempre a aquellos en donde sus obras fueron publicadas por primera vez. En este caso cabe preguntarse si no debiera ser el país de publicación el lugar indicado. Es el caso de Roberto Bolaño, por ejemplo, cuyas novelas vieron la luz en España. Sea como fuere, demuestra ésto que la verdadera patria del escritor (y de cualquier persona, en realidad) es la lengua en la que se expresa y no el lugar donde nació, ni aquel en el que se vio forzado o eligió para vivir.

¡Salud!

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jueves, mayo 17, 2007

Entrada escatológica: felaciones electorales



Parece ser que esta buena moza, candidata al senado belga, ofrece 40.000 (blow)jobs, que no son empleos sino fellatios (mamadas, para los que desconozcan el latinajo), a sus votantes.

Preferimos no pensar en lo que pasaría si la iniciativa se popularizase en nuestro país... Esperanza Aguirre dijo hace unos días que no le importaba posar desnuda, así que esto debe de parecerle una idea estupenda, suponemos. El caso es que sólo con pensar en ello, nos entra una náusea que... (Por cierto, la relación entre "la Espe" y esta señorita no es casual, porque en la página web del periódico ADN en la que se trata la noticia hay un banner enorme y molestísimo con publicidad del PP).

Y todavía peor: ¿imaginais a los candidatos a la presidencia del gobierno ofreciendo lo mismo? Nos quedamos sin palabras...

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miércoles, mayo 09, 2007

Autorretrato

Self-portrait_1

He pensado que alguien podría sentir curiosidad por mi apariencia...

¡Salud!

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sábado, abril 21, 2007

Viñeta


Ésta me ha hecho mucha gracia, aunque no sé muy bien por qué...

¡Salud!

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lunes, abril 16, 2007

Costumbres occidentales exóticas

Como dicen mis alumnos: ¡hal-l-la!

Yo sí me lo creo.


¡Salud!

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viernes, abril 13, 2007

Espacio

lunes, abril 02, 2007

Cómo adaptar una obra inadaptable... o no


Se han escrito cosas muy duras contra esta versión/adaptación de la maravillosa obra de Laurence Sterne –uno de esos clásicos que todo el mundo menciona y nadie se toma la molestia de leer–, y la verdad es que es algo injusto. Para empezar, como se repite en todas las críticas, resulta imposible trasladar todos los contenidos del libro a otros medios, porque se trata de una obra tan frustrante y generosa como la vida que trata de reflejar. A ver si podemos aclarar un par de elementos que sitúen la adaptación que Winterbottom y Coogan han hecho en su debido contexto.

En primer lugar, lo que sí es posible adaptar es el argumento de la novela: Tristram Shandy, caballero, de edad madura, dotado de una cultura tan considerable como su conocimiento de los hechos y hazañas de su familia, trata de escribir su autobiografía, a la que acompañará de sus opiniones sobre cualquier tipo de acontecimiento que surja al hilo de la narración. Nada más empezar, Tristram se plantea una cuestión: ¿por dónde empezar? Hacerlo por su nacimiento queda inmediatamente descartado porque ello supondría privar al lector interesado de una serie de informaciones particulares sobre la familia Shandy que el autor juzga imprescindibles para entenderlo a él tal y como ha llegado a ser. Se remonta entonces al momento de su concepción, en el que la decisión de su padre de variar una norma doméstica, provoca un despiste que tendrá fatales consecuencias en el carácter y constitución de nuestro protagonista (al no estar sus espíritus presentes en su tarea, el niño tendrá tendencia a la melancolía y la fantasía). A partir de ahí, la historia de Tristram y su familia y allegados (el párroco Yorick, el cabo asistente de su tío Toby, los criados de Shandy Hall y la viuda Wadman) salta una y otra vez hacia delante y hacia atrás originando la incredulidad, el fastidio y la resignación de Tristram, incapaz de dominar su historia, pero dando lugar también al regocijo del lector, que disfruta de ese caos tan cuidadosamente dispuesto y tan hilarante.

Es ahora cuando hay que señalar, que precisamente ése es el motivo central que da cohesión a la narración: los personajes principales (Tristram, su padre y su tío) poseen caracteres metódicos hasta la obsesión, sienten pasión por lo que hacen y tratan de explicar todo eso a los demás… sin conseguirlo nunca. Efectivamente, tras más de trescientas páginas y nueve libros, Tristram no ha conseguido llegar más allá de sus primeros cuatro años de vida; no ha podido contar los acontecimientos de esos cuatro años de manera coherente y lineal y se ve forzado a contemplar cómo su historia da vueltas alrededor de un puñado de hechos aparentemente triviales.

Por su parte, Walter Shandy, su padre, que ha elaborado un complejo sistema pedagógico que trata de realizar en Tristram, ve frustrados todos sus esfuerzos por oscuras fuerzas que escapan a su control y que consisten en… la esencia humana. Su despiste –y el de su mujer– durante la concepción de Tristram influirán en la figura de su hijo, que, además, será bautizado con lo que él considera el peor de los nombres posibles. Por último, su Tristopaedia, cuyo objetivo es recoger de modo absoluto todo lo necesario para la correcta educación de su hijo, avanza más lenta de lo que crece su vástago, que no puede aprovecharse así de las teorías de su padre.

Y finalmente, el tío Toby, que a pesar de la exactitud extrema con la que construye sus maquetas es incapaz de explicar cómo y dónde había recibido una herida durante una acción bélica; herida que provoca las preguntas de todo el que oye la historia, incluida la encantadora viuda Wadman, que alberga esperanzas de casarse con él pero desea cerciorarse de que la misteriosa herida no lo ha dejado incapacitado para cumplir las obligaciones conyugales.

Todos ellos fracasan a la hora de comunicarse con los demás y con el mundo que los rodea, porque los obsesiona la exactitud de lo que desean comunicar y no sólo se ven traicionados por el lenguaje, ambiguo y cargado de potenciales sentidos que confunden más que aclaran, sino también por la comprensión de las personas, a las que es imposible imponer un significado unívoco de lo que se les cuenta. De esa manera, a Tristram lo derrotan los hechos que intenta ordenar y aclarar y que resisten cualquier tipo de ordenación sistemática; a Walter Shandy lo vencen el tiempo y la realidad humana; y al tío Toby su ingenuidad e inocencia y su afán de exactitud en el detalle (cuando la gente pregunta dónde recibió su herida, vagamente localizada en la zona inmediata a las ingles; lo que quiere saber es si ésta afectó, y en qué medida, a sus genitales, pero él responde mostrando en su detallada maqueta del asedio a Namur el punto exacto en que se encontraba cuando fue alcanzado por la artillería enemiga).

Añádase a este “argumento” que todo el libro está plagado de atrevidos recursos narrativos muy raros en una obra del siglo XVIII, como las formas de algunas páginas (una completamente negra cuando se cuenta la muerte del párroco Yorick, otra con motivos ornamentales, otras con diagramas y líneas que reproducen los movimientos de algunos personajes en vez de describir esos movimientos verbalmente), las repetidas apelaciones directas al lector/oyente (herederas de las del Quijote, pero más atrevidas) y la misma estructura narrativa, que había de influir en gente como Joyce o Burgess.

Con todo ello, Winterbottom y Coogan han hecho lo único posible: adaptar el caos del argumento y mantener el tema de la imposibilidad de la comunicación plena mostrando al mismo tiempo el caos de un rodaje. Coogan se desdobla en Tristram y su padre, pero también hace de un tal Steve Coogan, estrella de cine insegura y de carácter débil, rodeada de otras gentes con similares problemas de comunicación y relación con sus semejantes: la ayudante de dirección experta en cine europeo; el compañero de reparto sin habilidades sociales y que se siente a la sombra del protagonista del film sin darse del todo cuenta de que provoca en éste similares sentimientos de inseguridad; el director, los guionistas y los productores a los que los cambios en la película hacen perder el control del trabajo que tenían entre manos; o la gran estrella americana que ve que su trabajo de dos semanas de rodaje, por el que había renunciado a gran parte de su “caché” se ve reducido en el montaje final a una brevísima aparición sin importancia…

Y ese es el gran acierto de esta versión/adaptación de Tristram Shandy: que reproduce fielmente lo que la novela tiene de inadaptable: ese maravilloso desorden que nos frustra en nuestros proyectos pero nos reconcilia con nuestra condición de humanos y que hace que disfrutemos intensamente de las paradojas que dirigen en realidad nuestras vidas. Por eso ha dicho el director que su película gusta a aquellos a los que les gusta el libro. No estoy muy seguro de qué habría encontrado en ésta de no haber conocido aquel previamente, pero siendo las cosas como son, yo la he disfrutado muchísimo.


¡Salud!

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domingo, marzo 11, 2007

Frigopoemas


Estos son un par de ejemplos de "poemas magnéticos", creados desde esta página. Se trata de un juego consistente en un conjunto de palabras impresas sobre imanes que pueden combinarse para componer un poema que después puede decorar la nevera de casa u otra superficie metálica.

Es una herramienta de trabajo estupenda para usar en talleres literarios y clases de lengua y literatura o idiomas con alumnos jóvenes.

Hace unos años, en Londres, compramos el "Spanihs kit" de este juego de posibilidades tan atractivas y sugerentes y ayer encontramos en una tienda una versión española. Hay más información sobre ella aquí. Ambas páginas web contienen muestras de poesía supuestamente elaboradas con el juego, aunque la calidad de las poesías en español no sea muy alta y, en la mayoría de los casos, resulte evidente que los autores no usaron el juego al azar para después corregir sobre los resultados iniciales, sino que escribieron sus textos de forma deliberada, perdiendo de tal modo frescura y capacidad de sorpresa.

La idea original nació en los EEUU, como un medio de superar un bloqueo de escritor. En un idioma como el español, con tantas desinencias verbales y sufijos de todo tipo, resulta un poco más difícil quedar plenamente satisfecho del resultado, pero vale la pena intentarlo. El simulador de la página americana funciona realmente bien y permite probar el juego de manera bastante realista.

A la poesía a través del juego....


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jueves, febrero 22, 2007

Object trouvée (9, orquesta)

Recibí el enlace a esta página tan divertida. Si pincháis en un músico, se pone a tocar. Si volvéis a pinchar en él, se para.


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Amigos en Flickr

foto de Carlosluis
foto de Risumiru
No he prodigado mucha atención a Flickr desde que Blogger admite cargar las fotos directamente a los blogs, pero ultimamente trato de ir poniéndome al día. Mi cuenta es de las gratuitas, así que no tengo las fotos archivadas por "sets". De todos modos, disfruto echando un vistazo de vez en cuando a alguno de los fotógrafos que me he ido encontrando en este tiempo. Flickr es un almacén prácticamente infinito de todo tipo de fotografía hecha por todo tipo de gente desde todos los rincones del mundo, así que a veces se siente uno abrumado mientras echa un vistazo a todo lo que la página recibe cada día. Mis contactos favoritos son Carlosluis y Risumiru (que ya me prestó una vez una foto suya). Las fotos que encabezan esta entrada son de las que más me gustan de ambos.

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domingo, febrero 18, 2007

Object trouvée 8 (visto en Ávila)




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sábado, febrero 17, 2007

Instantáneas de Ávila (2, ornitología en Ávila)




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jueves, febrero 15, 2007

Nueva ilustración para nuestro perfil Blogger

Estábamos algo aburridos de la vieja ilustración de nuestro perfil en Blogger y ahora estrenamos una nueva. Como queda un poco pequeña, la reproducimos aquí en tamaño real. Se acerca la primavera y es tiempo de renovación.

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jueves, febrero 08, 2007

Object trouvée (7, visto en Zurich)

Señal ferroviaria

Cementerio de Zurich.

Cementerio de Zurich.

Después de diez días, acabó nuestro viaje y volvimos a Galicia. La dejamos en llamas; la encontramos asolada, convertida en un país de cenizas. En el aeropuerto de Lavacolla, al partir, los turistas sacaban fotos de un incendio cercano desde la mismísima puerta de embarque. Como si fuese una atracción turística más. Recuerdo que los maldije por su estupidez.

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miércoles, febrero 07, 2007

Object trouvée (6, visto en Zurich)