lunes, marzo 13, 2006

Parzival, de Wolfram von Eschenbach


“Si se llega a saber que el sobrino del rey Arturo ha llegado bajo mi protección a Schanpfanzun, y si los franceses o los britanos, los provenzales o los borgoñones, los gallegos o los punturteses oyen las penalidades de Gawan, perderé mi buen nombre”.

“(...) no os envanezcáis demasiado, pues, aunque sois el más noble y distinguido de todos los príncipes, yo también soy soberano y señor de muchas tierras. Tengo en Galicia, muy diseminados, numerosos castillos hasta Pontevedra. Aunque vos y todos los britanos me quisieran hacer allí algún daño, no huiría de vos ni un pollo”.

Las citas anteriores proceden de un poema alemán de caballería que forma parte del Ciclo del Grial europeo y que fue escrito en el siglo XIII. El libro se titula
Parzival, y su autor, de quien prácticamente todo desconocemos, es Wolfram von Eschenbach.

Si hay que hacer caso de la solapa de la edición de
Siruela, este poema es junto con el Cantar de los Nibelungos y el Fausto de Goethe uno de los principales mitos de la cultura alemana. Como prueba el hecho de que la historia fue adaptada por Richard Wagner en su ópera Parsifal; o que Herman Hesse usara el nombre de un personaje de la ópera wagneriana para bautizar a una de sus más intensas creaciones: el pintor Klingsor (en el poema llamado Clinschor); o que Thomas Mann pusiera el nombre de “von Eschenbach” al enamorado protagonista de su inolvidable novela Muerte en Venecia.

La lectura de Parzival nos enseña a apreciar la literatura medieval. El poema comprende todos los temas clásicos de la época: el amor cortés, la novela bizantina, las gestas de caballería, la busca de la perfección espiritual mediante la prática de una ética estricta basada en la castidad, la piedad, la generosidad, el amor, la valentía y la humildad. Abundan las descripciones detalladas de lujos aristocráticos, de costumbres del amor cortés, además de geografías, ejércitos y hazañas fantásticas; así como escenas de una gran ternura y delicadeza, como cuando el héroe se abstrae completamente del mundo que le rodea por la contemplación de tres gotas de sangre sobre la nieve. El estilo de von Eschenbach no sorprenderá a los lectores del Ciclo Bretón o de las modernas mitologías de un Tolkien, y tiene además los valores añadidos de la ironía y de una visión sorprendentemente moderna de ciertos temas como la convivencia entre religiones, la moral sexual o la ética persoal.

El joven Parzival crece en un bosque lejos del contacto con la caballería que le costó la vida a su padre. Un día se encuentra con unos caballeros y decide abandonar a su madre y dirigirse al castillo del Rey Arturo para que éste lo arme caballero. Su madre trata de dificultar su viaje, pero no consigue su propósito y muere de sufrimento en cuanto Parzival se marcha. El joven es noble y hermoso, pero ignora totalmente cómo debe comportarse un caballero y desconoce la religión. Debido a ello tiene un combate con Ither de Gahaviez, a quien mata y arrebata caballo y armadura sin saber que ambos estaban emparentados. Por fin llega a la corte de Arturo, que lo arma caballero y lo invita a unirse a la Tabla Redonda. Parzival parte en busca de hazañas que aumenten su gloria. En una de sus aventuras, se casa con una reina, mas ni el amor de su mujer Condwiramurs ni su trono consiguen retener al caballero. Un día llega a un lago al que acude el Rey Pescador para aliviar sus heridas. Parzival es convidado al castillo de Munsalwäsche, donde asiste a numerosos prodigios realizados por el Grial, piedra de origen divino y dotada de poderes maravillosos, pero causa del sufrimiento del Rey Anfortas. Pasa la noche y Parzival, siguiendo el consejo que había recibido de no ser indiscreto, evita preguntar al Rey Pescador el motivo de sus aflicciones, con lo que comete un pecado involuntario y es expulsado del castillo. Toda la velada resulta no ser más que una prueba a la que Parzival estaba predestinado para librar a Anfortas de su padecer eterno y heredar su trono como rey del Grial. El joven héroe fracasa en la prueba por no hacer la pregunta. Desde ese momento, Parzival tratará de volver a ser digno de dar con el castillo así como de volver a contemplar los prodigios del Grial.


¡Salud!

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