viernes, febrero 10, 2006

Crash, de Paul Haggis

En Crash, Paul Haggis presenta las vidas cruzadas de un grupo de personas el infierno racial de Los Angeles, ciudad heredera directa de las tensiones más crudas del Deep South americano, agravadas por la entrada en conflicto de una mayor variedad étnica.

Haggis sabe lo que quiere decir y lo dice claramente, a lo mejor, hasta demasiado. El mensaje moral está claro: la tensión genera violencia que genera odio que genera tensión que genera violencia... Los culpables son -somos- todos y quien crea estar fuera del círculo está errado, como no tardamos en comprobar seguiendo las historias paralelas de los personajes de Matt Dillon y su joven compañero (Ryan Phillippe).

El problema estriba en que a la película no deja lugar a otras conclusiones que las propuestas por el director, quien juega a dios omnisciente, manipulando las emociones del espectador para llevarlo exactamente a dónde él quiere. Cuando alguien hace eso con emociones tan fuertes se acerca mucho al autoritarismo, error en el que ya incurrió Scorsese en el Cabo del miedo.

¡Salud!

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