lunes, febrero 13, 2006

Buenas noches, y buena suerte

¿Preferimos que nos presenten la verdad directamente o adornada con historias, literatura, metáforas, parábolas o alegorías? ¿Es mejor que nos digan: “esto está bien” o que nos muestren cómo funciona para verlo por nosotros mismos?

Camino del cine para ver Good Night, And Good Luck, leí ésta cita del diario de Hugo Ball: Kant... éste es el enemigo jurado al que todo se remonta. Con su teoría del conocimiento puso todos los objetos del mundo visible en manos de la razón y del poder. Elevó la Razón de Estado prusiana al nivel de la razón común y al imperativo categórico al que todo se tiene que someter. Su máxima suprema dice así: la razón ha de ser aceptada a priori; es algo incomovible. Es el cuartel de su potencia metafísica.”

Luego, en los cines Verdi, me encuentro con el anuncio de un documental titulado: Das Goebbels-Experiment y paso a ver la película, en la que George Clooney supera hábilmente la pregunta que me hago al empezar este comentario. Y lo hace jugando con ambas posibilidades: por un lado, la película supone un comentario indirecto sobre la realidad americana actual. Por otro lado, la elección de Murrow y su campaña anti-mccarthista equivale a un comentario directo sobre la transmisión de la verdad y la defensa de los valores democráticos. En el tiempo limitado que duraba el programa See It Now, Murrow no podía andarse por las ramas, y el juego que decidió jugar era tan arriesgado que no podía permitirse malas interpretaciones.

Valiéndose del relato de la oposición del grupo de periodistas liderados por Ed Murrow contra las tácticas del senador Joe McCarthy hace cincuenta años, Clooney y su coguionista Grant Heslow realizan una crítica de la manipulación y la mentira claramente dirigida contra la administración Bush. Es inevitable oir las palabras de Eisenhower casi al final de la película o uno de los últimos alegatos de Murrow y no pensar en los informes sobre la existencia de armas químicas y nucleares en Iraq o en la manipulación del miedo de los ciudadanos a ser víctimas otra vez de un ataque terrorista para recortar libertades fundamentales y mantener a la nación en un estado de alerta paranoica constante. Al igual que Murrow fue acusado de comunista y anti-patriota, Clooney ha sido acusado de traidor a su país por criticar la guerra de Iraq y otras actuaciones de la administración Bush.

Los españoles tenemos también algunas lecciones que aprender de esta película. Nuestro pasado reciente y nuestro presente no están exentos de siniestras mentiras gubernamentales: 11-M, Prestige, caso Ercros, subvenciones comunitarias al cultivo del lino, radicalización de un enfrentamiento entre unos supuestos ellos y unos supuestos nosotros... Nuestras televisiones también podrían prestar oídos a las palabras del discurso de Murrow que abren y cierran el film.

La película es lenta, deja que los personajes hablen y discurseen libremente, pero la tensión y la sensación de peligro, de posibilidad de derrota mantienen en vilo al espectador interesado. Claro que sólo al interesado. Con un negocio cinematográfico que aún no ha enseñado a sus espectadores a distinguir entre el puro entretenimiento sin pretensiones artísticas ni de calidad y el verdadero arte dotado de contenido estético y moral, este tipo de películas está condenado a recibir comentarios como los que se oían de pasada al terminar la sesión, y que eran del cariz de “¡qué tostón!”, “es muy lenta” o “vaya rollo”. Al final, uno se queda con la impresión de que declaraciones honestas como la que pretendía George Clooney, o la imparcialidad de Murrow, que dejaba que las mismas palabras de McCarthy lo caracterizaran ante la opinión pública, no son apreciadas por un público que demanda violencia gratuita, acción, romance, final feliz y castigo a los malos en menos de dos horas. Por eso, aunque la película merecería mejor suerte, no parece un competidor peligroso para Brokeback Mountain en los Oscar.


¡Salud!

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