Até sempre, Djalminha!
Djalma Feitoza Dias, Djalminha, se retira. La magia, la imaginación, el talento, la calidad técnica y la pasión pierden al último de sus soldados.
Y es que el balompié moderno no tiene sitio para un jugador como Djalminha, cuyo genio depende de un carácter que le granjea enemigos entre sus propios compañeros y pitidos desde las gradas que pagaban sus entradas sólo para verlo jugar a él. Este fútbol de megaestrellas del papel cuché, de operaciones macroeconómicas basadas en la especulación más burda; este fútbol de fuerza, orden prusiano y catenaccio, no tiene cabida para el genio en estado puro ni para la inspiración salvaje e indisciplinada de Djalminha. Su frase "yo y Rivaldo somos los últimos brasileños" es cierta aunque duela a muchos (me gusta pensar además que la dijo así, poniéndose él delante). Las nuevas generaciones de futbolistas brasileños abandonan el país cada vez más pronto, sin que lleguen a asimilar ese estilo de juego que los definía dondequiera que estuviesen. La propia selección brasileña, que tiene una deuda ya irreparable con Djalminha, es un equipo ramplón y triste, que ha perdido la personalidad, y al que cualquier otro equipo planta cara.
Até sempre, Djalminha. Obrigado por tudo.
¡Salud!
Y es que el balompié moderno no tiene sitio para un jugador como Djalminha, cuyo genio depende de un carácter que le granjea enemigos entre sus propios compañeros y pitidos desde las gradas que pagaban sus entradas sólo para verlo jugar a él. Este fútbol de megaestrellas del papel cuché, de operaciones macroeconómicas basadas en la especulación más burda; este fútbol de fuerza, orden prusiano y catenaccio, no tiene cabida para el genio en estado puro ni para la inspiración salvaje e indisciplinada de Djalminha. Su frase "yo y Rivaldo somos los últimos brasileños" es cierta aunque duela a muchos (me gusta pensar además que la dijo así, poniéndose él delante). Las nuevas generaciones de futbolistas brasileños abandonan el país cada vez más pronto, sin que lleguen a asimilar ese estilo de juego que los definía dondequiera que estuviesen. La propia selección brasileña, que tiene una deuda ya irreparable con Djalminha, es un equipo ramplón y triste, que ha perdido la personalidad, y al que cualquier otro equipo planta cara.
Até sempre, Djalminha. Obrigado por tudo.
¡Salud!
Etiquetas: curiosidades
1 Comments:
Amen. Lo peor de las palabras es que son limitadas para describir ciertos sentimientos, o para transmitir sensaciones inspiradas por otros. Hablar ahora de Djalma a tiempo pasado...todo suena a topicazos, fuchibol, magia y demás.....y muchas otras sensaciones que experimentábamos con su presencia (aún en el banquillo)..pero si grande fue su presente y mucho nos llenaba, cuanto vacío nos ha dejado, tanto que ni las Cataratas del Niágara podrían volver a llenar, aunque nuestro consuelo será que Djalminha ha existido, y qué bellas son las estrellas fugaces y como llenan nuestra alma de belleza y perfeccion. Ahora no está, pero gracias a su fuchibol, ha estado.
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