viernes, marzo 11, 2005

"Dama de Porto Pim", de Antonio Tabucchi (Anagrama Panorama de Narrativas)

Es este un libro de una gran belleza, dominado por una melancolía a la que el estilo fragmentario de la narración no permite convertirse en protagonista absoluta. Los grandes escritores parecen alcanzar un punto en su carrera en el que pierden interés por observar las estrictas reglas de la narración tradicional (o son incapaces de hacerlo) y buscan formas de expresión que les permitan comunicar lo inexpresable: esos sentimientos que demandan para declararse una libertad mayor de la que gozaban hasta ese momento. Nacen así libros que no son diarios, ni memorias, ni relatos, sino la mezcla de todo ello. Son obras en las que, a veces, el escritor desnuda algo más que su esencia personal para hacer partícipe al lector de cómo se gestan las ideas que luego se desarrollan, sometidas a una infinitud de vacilaciones y mudanzas, antes de alcanzar la forma de la historia tal y como será publicada. Así nos cuenta Sergio Pitol en El arte de la fuga (Anagrama, Narrativas Hispánicas) el origen de su novela El desfile del amor (también publicada por Anagrama). También nos habla de los años que modelaron su formación como escritor, sus viajes, sus residencias fuera de Méjico, su labor como editor y traductor, se refiere a otros colegas con los que ha mantenido relación y comenta libros que lo han impresionado al tiempo que nos confía la naturaleza de la relación que lo une a su perro Pancho.

También pertenece a este tipo de libros Dama de Porto Pim, si bien aquí los textos se unen en forma de narración para contar una historia sobre el finis terrae de las Açores y sobre el finis vitae de la civilización, representada por el fin de las ballenas, el fin de los marinos balleneros que las cazaban y el despoblamiento de las islas. "Pero usted ¿por qué ha querido participar en esta jornada, (...) por simple curiosidad?" pregunta el patrón ballenero de Una caza al escritor extranjero que se ha embarcado en una caza de ballena. La respuesta del narrador, dada a media voz por pudor y lástima no puede ser más desoladora: "quizás porque estáis los dos en extinción". La escena de la caza no escatima los detalles más crueles de la agonía del animal en busca de una mitificación de una forma de vida condenada. La vida del poeta Antero de Quental sugiere una búsqueda, la persecución de un fin, de un sentido que no alcanzamos, con suerte, más que al final y entonces... El libro se cierra con un post scriptum en el que Una ballena ve a los hombres y los ve imperfectos, torpes, alborotadores, con dificultades para amarse y entenderse, tristes.

¡Salud!

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