martes, enero 10, 2006

El ministro Montilla, Zaplana y el "Mate del pastor"

Cuenta una de las leyendas del ajedrez que el "mate del pastor" tuvo su origen en una partida que un humilde pastor ganó a un desprevenido rey. Como todo aficionado sabe, se trata de un jaque mate que requiere muy pocos movimientos y tan simple que es uno de los primeros que se aprende y en el que ningún jugador mínimamente avezado puede permirtirse caer sin sentir la más escandalosa humillación. Además, para completarlo con éxito, el jugador que realiza el "mate del pastor" debe contar con un cierto de complicidad por parte del oponente; es decir, que el adversario tiene que realizar unos cuantos movimientos que lo ponen en una situación de la que no podrá salir.

El otro día, en el Congreso de los Diputados, al sr. Zaplana le hicieron el equivalente dialéctico del "mate del pastor". Al ministro Montilla lo interrogaban sus señorías acerca del supuesto trato de favor que la Caixa dispensó al PSOE al condonarle una más que respetable suma de dinero. También flotaba en el ambiente que esos días la cadena SER había hecho públicas unas grabaciones del sr. Zaplana presionando a un subordinado de la Generalidad Valenciana para que se concediesen unas licencias gracias a las cuales él pensaba cobrar eso que ahora se designa con el eufemismo de comisión pero que en español de andar por casa se llama soborno. Tras darle al mencionado subalterno las indicaciones precisas para la agilización del trámite de esas licencias, el sr. Zaplana pasaba a comentar las excelencias del coche que se iba a comprar una vez cobrado el soborno -perdón, quisimos decir la comisión-.

Pues bien, en el calor del debate parlamentario y tras una intervención tan incendiaria como de costumbre por parte del sr. Zaplana, el ministro Montilla, muy tranquilo, trató de hacer el "mate del pastor" y le espetó al sr. Zaplana así como de pasada, que él -el ministro Montilla- no estaba en política "para forrarse como otros". Y el sr. Zaplana, con la sutileza, la agudeza mental y la capacidad de reflexión que lo caracterizan, entró al trapo como un Mihura de los de antes. Y lo hizo a fondo. Muy alterado y con la mente claramente puesta en el feo asunto desvelado por la SER, el ofendido preguntó al ministro Montilla qué insinuaba, que si aquella frase era una alusión a su persona. Es fácil imaginar la satisfacción del ministro Montilla al comprobar la ingenuidad con la que su adversario había caído en celada tan simple, y el recochineo con el que pudo contestar que el sr. Zaplana parecía muy nervioso por una alusión que él no había hecho, ya que en ningún momento había citado su nombre. O sea, que le vino a decir que el que se pica, ajos come.

Ya sospechábamos que el inteligente juego del ajedrez no es para el sr. Zaplana. El haber caído de narices en tan sencilla trampa lo prueba de modo fehaciente.

¡Salud!

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