Infiltrados (The Departed) y Scoop, o la decadencia de dos excelentes cineastas
Las filmografías de Scorsese y Woody Allen alcanzaron hace mucho tiempo un nivel de respetabilidad que los convierte en intocables. Sus mejores obras constan ya en los cánones de cine clásico y nadie niega su importancia. Sin embargo, es curioso que ambos cineastas vayan a pasar a la posteridad por obras que van acumulando años mientras que sus nuevas entregas carezcan de la entidad suficiente para aportar algo nuevo ni a sus filmografías ni a sus admiradores.
Y no es que sus últimas películas sean indignas de ellos. Como nos repite la prensa especializada, la peor película de estos directores es mejor que la mejor de muchos otros. Y sin embargo...
En Infiltrados (The Departed), Scorsese recupera su pulso para la acción. Las dos horas y media que dura la película transcurren con el espectador en tensión, sudando y sin aliento. Scorsese no oculta información al espectador porque no le hace falta para mantenerlo en vilo y por ello precisamente se incrementa la sorpresa de los múltiples desenlaces que finalizan la película. Como en los buenos momentos de sus mejores películas, destaca el tratamiento visual de la violencia (no excesivamente truculento pero igualmente impactante), así como la sucesión de decisiones morales (lealtad paterno-filial, lealtad amorosa, lealtad profesional y lealtad hacia los amigos y compañeros) que contribuyen al clima de tensión extrema en el que se mueven todos los personajes del film.
A pesar de ello, Infiltrados no está a la altura de las mejores películas de Marty (Malas calles, Taxi driver, Toro Salvaje, Uno de los nuestros). Más bien, se añadiría a la lista de películas simplemente "buenas" de Scorsese, como Casino, Gangs of New York o El rey de la comedia. Quizás el mayor lastre que arrastre la película sea su carácter de adaptación. El original japonés en el que se basa la historia (Infernal Affairs), abusa de los giros inesperados en busca de una mayor espectacularidad. Pero si en ese caso, un thriller de acción sin pretensiones ni calidad, el "estiramiento" de la trama se disculpa en aras de la búsqueda de lo que los americanos llaman "cheap thrills" (a más tiros, más piñas y más sangre; mayor taquilla), en el caso de un cineasta de inteligencia y sensibilidad artística demostrada como Scorsese resulta más difícil de perdonar. Toda la media hora final podía haberse resuelto sin tanta truculencia, sin tanto giro espectacular que sólo sirve para restar credibilidad a una historia que hasta entonces funcionaba muy bien.
Y si Scorsese va sucendiendo películas aceptables con algún apunte de recuperación en su trayectoria, el caso de Woody Allen es aún más evidente. Desde hace bastantes años y películas, Allen viene dando, en el mejor de los casos, una de cal y otra de arena. Si Match Point fue su mejor película desde Desmontando a Harry, que, a su vez, había sido su mejor película desde Misterioso asesinato en Manhattan; Scoop es un pinchazo en hueso como ya lo fueron Celebrity, Sombras y niebla, Poderosa Afrodita, Todo lo demás, Alice o tantas otras.
Scoop no es el peor film de Allen (ese "honor" sigue perteneciendo a esa mala digestión de 8 1/2 que es Recuerdos), pero no deja de ser una obra decididamente menor, hecha como por inercia, como si se tratase de un capricho o un entretenimiento de Mr. Allen.
El espectador echa en falta la profundidad en el tratamiento del argumento que se percibía en la anterior entrega alleniana, mayor detenimiento para el desarrollo de los personajes y de una trama que prometía más de lo que acaba por ofrecer. El resultado es que la película lo deja a uno con la impresión de que los temas que apunta (la pasión del periodista de raza por una noticia sensacional, el instinto de supervivencia que empuja al asesinato) no terminan recibiendo una solución satisfactoria porque no lograron despertar un interés real en el director. Parece como si Allen se hubiera agotado (y algo de eso ya podía esconderse tras el uso en Match Point de un argumento ya explotado hace años en Delitos y faltas) y él mismo no creyera en el material que tiene entre manos. Scoop se queda así en la "segunda división" de películas de Woody Allen, junto con Acordes y desacuerdos, Todos dicen I love you, o Un final made in Hollywood, en las que Allen rendía homenaje a sus gustos personales (el jazz, los musicales, los directores malditos).
Claro que uno no pierde la esperanza, y sigue yendo al cine cada vez que uno de estos directores estrena película, con la esperanza, tal vez, de que una de ellas recupere el esplendor de momentos pasados. Hasta ahora sin mucha fortuna.
¡Salud!
Y no es que sus últimas películas sean indignas de ellos. Como nos repite la prensa especializada, la peor película de estos directores es mejor que la mejor de muchos otros. Y sin embargo...
En Infiltrados (The Departed), Scorsese recupera su pulso para la acción. Las dos horas y media que dura la película transcurren con el espectador en tensión, sudando y sin aliento. Scorsese no oculta información al espectador porque no le hace falta para mantenerlo en vilo y por ello precisamente se incrementa la sorpresa de los múltiples desenlaces que finalizan la película. Como en los buenos momentos de sus mejores películas, destaca el tratamiento visual de la violencia (no excesivamente truculento pero igualmente impactante), así como la sucesión de decisiones morales (lealtad paterno-filial, lealtad amorosa, lealtad profesional y lealtad hacia los amigos y compañeros) que contribuyen al clima de tensión extrema en el que se mueven todos los personajes del film.
A pesar de ello, Infiltrados no está a la altura de las mejores películas de Marty (Malas calles, Taxi driver, Toro Salvaje, Uno de los nuestros). Más bien, se añadiría a la lista de películas simplemente "buenas" de Scorsese, como Casino, Gangs of New York o El rey de la comedia. Quizás el mayor lastre que arrastre la película sea su carácter de adaptación. El original japonés en el que se basa la historia (Infernal Affairs), abusa de los giros inesperados en busca de una mayor espectacularidad. Pero si en ese caso, un thriller de acción sin pretensiones ni calidad, el "estiramiento" de la trama se disculpa en aras de la búsqueda de lo que los americanos llaman "cheap thrills" (a más tiros, más piñas y más sangre; mayor taquilla), en el caso de un cineasta de inteligencia y sensibilidad artística demostrada como Scorsese resulta más difícil de perdonar. Toda la media hora final podía haberse resuelto sin tanta truculencia, sin tanto giro espectacular que sólo sirve para restar credibilidad a una historia que hasta entonces funcionaba muy bien.
Y si Scorsese va sucendiendo películas aceptables con algún apunte de recuperación en su trayectoria, el caso de Woody Allen es aún más evidente. Desde hace bastantes años y películas, Allen viene dando, en el mejor de los casos, una de cal y otra de arena. Si Match Point fue su mejor película desde Desmontando a Harry, que, a su vez, había sido su mejor película desde Misterioso asesinato en Manhattan; Scoop es un pinchazo en hueso como ya lo fueron Celebrity, Sombras y niebla, Poderosa Afrodita, Todo lo demás, Alice o tantas otras.
Scoop no es el peor film de Allen (ese "honor" sigue perteneciendo a esa mala digestión de 8 1/2 que es Recuerdos), pero no deja de ser una obra decididamente menor, hecha como por inercia, como si se tratase de un capricho o un entretenimiento de Mr. Allen.
El espectador echa en falta la profundidad en el tratamiento del argumento que se percibía en la anterior entrega alleniana, mayor detenimiento para el desarrollo de los personajes y de una trama que prometía más de lo que acaba por ofrecer. El resultado es que la película lo deja a uno con la impresión de que los temas que apunta (la pasión del periodista de raza por una noticia sensacional, el instinto de supervivencia que empuja al asesinato) no terminan recibiendo una solución satisfactoria porque no lograron despertar un interés real en el director. Parece como si Allen se hubiera agotado (y algo de eso ya podía esconderse tras el uso en Match Point de un argumento ya explotado hace años en Delitos y faltas) y él mismo no creyera en el material que tiene entre manos. Scoop se queda así en la "segunda división" de películas de Woody Allen, junto con Acordes y desacuerdos, Todos dicen I love you, o Un final made in Hollywood, en las que Allen rendía homenaje a sus gustos personales (el jazz, los musicales, los directores malditos).
Claro que uno no pierde la esperanza, y sigue yendo al cine cada vez que uno de estos directores estrena película, con la esperanza, tal vez, de que una de ellas recupere el esplendor de momentos pasados. Hasta ahora sin mucha fortuna.
¡Salud!
Etiquetas: cine
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